sábado, junio 27, 2009

perù pìcaro


La increíble picaresca peruana


27 de junio de 2009.- Me río yo del lazarillo de Tormes. Me río yo de su ingenio, que no de la magnífica novela española, al lado de la astucia del delincuente, holgazán, maleante o cualquier espabilado peruano. Claro que también puede ser por los siglos que han pasado, pero en este país nunca es tarde para sacar una moneda extra, para hacer algún chanchullo o burlar la ley. Si deseas sentirte seguro, lo mejor es seguir los consejos de aquellos que conocen cómo funciona el sistema: los propios peruanos.

Para empezar, casi todos los precios son negociables en Perú. Desde los billetes de autobús, que varían según la oferta y la demanda; pasando por los productos de las tiendas pequeñas, donde las etiquetas no existen; hasta el trayecto en taxi por la inexistencia de taxímetros. Si eres turista y además no eres ducho en el arte del regateo, mal lo llevas. En la mayoría de países de América Latina funciona igual, pero sólo en Perú el timador de turno puede asegurarte sin pestañear que él es una persona honrada incapaz de engañar. En estos casos, la gente local suele darte buenas referencias para no quedar como un pardillo.

Un hecho aún más extraordinario para mí, aunque no para el peruano, es que conseguir documentación falsa es tan fácil como ir de compras, especialmente en Lima, la capital. Si quieres ser médico, abogado o especialista en costumbres eslavas, vas a la calle Azángaro, solicitas tu título y listo. Algunos falsificadores garantizan incluso pruebas originales de matrícula y asistencia selladas por la universidad. Cualquier deseo cumplido con la manipulación del papel: carné de conducir, baja por enfermedad, DNI, documentación para adquirir el visado que te permita entrar en cualquier país del mundo y yo qué sé cuántas cosas más, siempre dependiendo de lo que puedas pagar.

Las falsificaciones han llegado, incluso con mayor aceptación, al mundo de la literatura. Hay más librerías que venden obras 'truchas', como llaman aquí al producto 'copiado', que las dedicadas a la venta de originales. No es sólo una costumbre de peruanos, los chilenos y los bolivianos también son aficionados a estos libros que, al principio, cuesta reconocer como copia. Leer se convierte así en un placer al alcance de cualquier bolsillo aunque en ocasiones corres el riesgo de enfrentarte a malas traducciones, de perder la vista cuando la tinta se desvanece, de quedarte sin final o de descubrir que algún personaje murió en la página 125, justo la que le faltaba a tu libro fotocopiado.

Comprar y vender productos de segunda mano también es habitual en la nación de la diversidad. Hasta aquí, nada anormal. Sin embargo, la venta de artículos robados es tan natural para algunos sujetos como salir a adquirirlos. En los distritos limeños de San Isidro y Magdalena, se ha hecho una campaña de publicidad con fotografías de los daños infligidos por los ladrones a sus víctimas. Se trata de advertir a la gente de que 'comprar robado es ROBAR' mostrándole la ruindad que hay detrás.

Es con los métodos para robar cuando el pícaro peruano despliega todo su ingenio. Hace unas semanas, hablé en este blog de algún sistema curioso, pero entonces desconocía que, además del uso infalible de un arma, hay otras formas asombrosas de alcanzar lo ajeno. Sólo por poner un ejemplo sorprendente, hay ladrones de coches que esperan la parada obligada del semáforo en rojo para introducir una rata en el vehículo y obligar a la conductora -normalmente la víctima es una mujer- a salir del coche gritando dejándolo a merced de los maleantes.

He comprobado que lo más frustrante para el ciudadano peruano es la actuación de su Policía. Responde, si en algún momento lo hace, con lentitud e ineficacia a la mayoría de las denuncias. Eso sí, son muy pocos agentes los que eluden sacar tajada cuando la denuncia la ponen ellos. Como en otros países de América Latina, el soborno está a la orden del día. De hecho, si eres un peruano íntegro y odias alimentar este tipo de actuaciones corruptas, que también los hay, será el propio policía el que proceda a ofrecerle la posibilidad, siempre "económica", de arreglar el asunto.

Y a pesar de todo, si viajas a este país verás como prevale el peruano alegre, capaz de reírse de sí mismo; el peruano hospitalario, que no le importa de dónde vengas; el peruano honrado, dispuesto a ayudarte; el peruano...

http://www.elmundo.es/elmundo/blogs/sudamerica/index.html
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saludos ceci

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