domingo, abril 29, 2012

bici aparcamiento verde

Sarah Nicholl y Alexis Rowell (en bicicleta) cofundadores de Transition Belsize.| C.F.

ECONOMÍA | Ideas frente a la crisis.Algo se mueve en el barrio

Carlos Fresneda (corresponsal) | Londres.Actualizado domingo 29/04/2012 04:29 horas

Primero llegan las carretillas con tierra abonada. Después aparecen los rastrillos y los azadones. Y finalmente los árboles frutales: manzanos, perales, ciruelos, cerezos, avellanos... La idea es transformar el aséptico aparcamiento de un hospital en un vergel que pueda alimentar generosamente en unos años a los vecinos de Belsize Park.Sarah, Alexis, Helen, Anna y Pandora se van relevando en la dura tarea. A lo largo del fin de semana se dejarán caer decenas de sudorosos voluntarios. Los niños pondrán finalmente la pequeña gran semilla del cambio que acabará fraguando calle a calle, manzana a manzana, barrio a barrio...

Así trabajan los grupos de Transición como éste en Belsize Park, al noroeste de Londres, uno de los más dinámicos de los más de treinta que funcionan ya en la ciudad. Más de 1.600 vecinos se han embarcado en los últimos cuatro años en la ardua misión de transformar el barrio desde dentro.

Los tres acicates de Tansition Towns son el cambio climático, el pico del petróleo y la regeneración económica. Pero lo que une sobre todo a la gente son las ganas de conectar con su entorno, de sentirse parte de algo en movimiento, de contribuir al cambio visible y palpable..."Hacen falta también grandes dosis de tiempo y de energía", apunta Sarah Nicholl, cofundadora de Transition Belsize. "No es fácil funcionar con grupos, cualquiera que lo haya intentado puede atestiguarlo. Al final, el éxito depende del impulso de unas pocas personas que han decidido salirse de los cauces convencionales y volcarse por completo en los proyectos para intentar cambiar las cosas".

Cada grupo de Transición tiene su propia receta, pero hay dos ingredientes que nunca deben faltar, y eso lo tiene muy claro Sarah Nicholl: "Organización y celebración. Las cosas no ocurren por sí solas, alguien las tiene que planificar. Y hay que procurar ante todo que sean atractivas para el común de la gente... Nosotros proyectamos películas y organizamos debates sobre problemas ambientales, pero no podemos quedarnos ahí. Tenemos que ofrecer un abanico de respuestas desde lo local y celebrar todo lo bueno que tenemos a mano".La Feria Verde que desde hace tres años ocupa las aceras de Haverstock Hill ha sido uno de los grandes reclamos del grupo. Las gallinas, las ovejas y las cabras se convierten ese día en la gran atracción de las aceras, donde también hay sitio para los apicultores urbanos, los jardineros "verticales", los constructores de balas de paja, los mecánicos de bicicletas, los instaladores de placas solares o los "cazadores de corrientes" (en el nombre de la eficiencia energética).

Lo más "revolucionario" del barrio salta ese día a la vista, incluido el ManCan, el robot de productos reciclados construido por los niños de Transition Kids. Aunque lo más importante es la labor invisible de las decenas de voluntarios que durante todo el año se reúnen en Olviver's, donde semana tras semana se reinventa el "arte" de socializar.Lo que ha puesto definitivamente a Transition Belsize en el mapa de Londres es el grupo de "Draught Busting", que ha contagiado a todo el barrio su obsesión por la eficiencia energética. "Nuestras facturas eléctricas podrían reducirse del 15% al 25% con una simple mejora del aislamiento", recalca Sarah, "y ese es un mensaje que ha calado en los responsables políticos de nuestro distrito y sobre todo en las escuelas".

Convertir ideas en proyectos

"Draught Busting" se ha convertido también en el germen de una empresa social que en el último año ha reforzado el aislamiento de 700 ventanas en seis escuelas del barrio, y las que aún quedan... "Otro de los retos de los grupos de Transición es la capacidad de convertir ideas en proyectos que sean rentables y contribuyan a la economía del barrio", asegura que Sarah, que cede la palabra al cofundador Alexis Rowell.Por su experiencia como concejal y su infatigable militancia ambiental, Alexis es algo así como el motor (sin emisiones) del barrio. Sin bajarse de la bici, nos invita a que le sigamos desde la "frutería" recién plantada junto al hospital Royal Free hasta el aparcamiento de un hotel cercano donde crece uno de los dos mini-huertos urbanos del grupo.

Entre coles, hierbas y tomateras, Alexis nos habla de la "proposición radical" que a su entender une a los grupos de Transición: "A simple vista, podemos parecer un movimiento amigable y positivo de agricultores urbanos y productores caseros de mermelada. Pero en el fondo nuestro mensaje es muy subversivo, yo diría que revolucionario"."La pregunta de fondo es: ¿Podemos salirnos total o parcialmente del sistema económico?", reflexiona Alexis. "¿Pueden los grupos de Transición ayudar realmente a la gente a hacer ese salto revolucionario? ¿Estamos creciendo suficientemente rápido y a un nivel profundo? ¿Qué nivel de interacción deberíamos tener con la política convencional?".

"La proposición es buena, pero aún no tenemos un veredicto", admite Alexis, que ha llegado a dedicar más de 20 horas semanales a Transition Belsize, como complemento inseparable de su personalísima cruzada contra las emisiones, Cutting the Carbon. Hace unos años le nombraron "Eco Campeón" del distrito de Camden, y ahí sigue, a golpe de pedal, involucrado ahora hasta el tuétano en las elecciones municipales de Londres que están al caer..."Aún somos pocos los "transicionistas", pero me pregunto si con el tiempo podremos incluso convertir nuestra pasión personal en un modo de vida. Nuestro Gobierno está yendo exactamente en la dirección equivocada: austeridad, privatización, crecimiento, globalización... Honestamente, creo que no los necesitamos. Lo que sí necesitamos es llegar a los gobiernos locales, o hacerles entender todo lo que podemos hacer en momentos críticos como éste. Necesitamos que las comunidades locales den un paso adelante y tomen el futuro en sus manos".

http://www.elmundo.es/elmundo/2012/04/27/economia/1335547195.html

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